América Latina: bajo crecimiento y rodeado de incertidumbre

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Jens Arnold, Alberto Gonzalez-Pandiella, Nicolas Ruiz, Robert Grundke, Enes Sunel y Paula Garda, Departamento de Economía, Directorado de estudios de países, OCDE

Las economías de América Latina enfrentan el desafío de no solo fortalecer su crecimiento económico, sino también mejorar su desempeño en términos de distribución de la riqueza y lucha contra la pobreza. Lamentablemente, estos esfuerzos deben realizarse ante un trasfondo económico de ralentización global y caída del comercio internacional. Como lo señala el Economic Outlook el crecimiento del PIB mundial será del 2,9% este año y se mantendrá cerca de 3% para 2020-21. Éste sería el crecimiento mundial más débil desde la crisis financiera global.

Las perspectivas a corto plazo de los países varían en función de la importancia del comercio para cada economía. Se espera que el crecimiento del PIB en Estados Unidos disminuya hasta el 2% en 2021, mientras que en Japón y en la zona del euro se espera que se sitúe en torno al 0,7% y al 1,2%, respectivamente. El crecimiento de China seguirá reduciéndose, hasta situarse en torno al 5,5% en 2021. Se espera que otras economías emergentes se recuperen sólo modestamente, en medio de desequilibrios en varios países. En general, las tasas de crecimiento están por debajo del potencial. Y la mayor preocupación es que este deterioro de las perspectivas sea persistente, reflejando cambios estructurales que no se han resuelto relacionados a la digitalización, el cambio climático y un cambio en el orden multilateral del comercio y la geopolítica.

En América Latina, las previsiones se corrigieron a la baja significativamente en todos los países, salvo Colombia, desde nuestra última publicación en mayo pasado. Las correcciones se deben tanto a una desaceleración cada vez más profunda de la economía mundial, debido a las mayores tensiones comerciales, así como a factores de índole local que suman incertidumbre. Se espera que el crecimiento en las seis principales economías de la región, que cubren alrededor del 85% del PIB de América Latina, sea muy débil este año, y repunte gradualmente en los próximos años (Tabla).

Este modesto repunte del crecimiento previsto para los próximos años no será suficiente para incrementar los niveles de vida y reducir los elevados y persistentes niveles de desigualdades que presenta la región (Gráfico). Mayores esfuerzos políticos serán necesarios para ayudar a los segmentos vulnerables y responder a demandas sociales legítimas.

Desgraciadamente, el espacio fiscal para apoyar al crecimiento económico es acotado. Pero no puede ser una excusa para no implementar políticas que favorezcan un crecimiento más inclusivo. En cada país, será importante alcanzar un equilibrio entre las necesidades de gasto social e inversión pública y la necesidad de garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas. Chile, dado su bajo nivel de deuda pública, tiene espacio para responder a las demandas sociales que se han llevado a protestas recientemente. En Colombia y México, la reducción del déficit puede ser gradual. En Argentina y Brasil evitar un mayor deterioro de la situación fiscal tendrá prioridad, mientras que en Costa Rica es necesario actuar decididamente. Se han dado recientemente pasos favorables, como la reforma fiscal en Costa Rica y la reforma de pensiones en Brasil.
Pero hay aún mucha tarea por hacer para asegurar que el Estado tenga la capacidad de seguir protegiendo a los más vulnerables el día de mañana. Incluso en los países con perspectivas fiscales más complejas, existe bastante margen para incrementar la eficiencia del gasto público, mejorando su composición y focalizándolo hacia aquellas partidas que sean más favorables a la equidad y el crecimiento. Es una cuestión de gastar mejor, no sólo de gastar más.

En cuanto a la política monetaria, los países desarrollados con sus políticas monetarias más expansivas, han concedido margen de maniobra a los bancos centrales de la región para continuar apoyando el crecimiento. La inflación permanece cerca de los objetivos de los bancos centrales y con expectativas ancladas, con la excepción de Argentina.

Los sistemas tributarios y de transferencias de la región ofrecen mucho margen para favorecer más decididamente el crecimiento y la equidad. Las prioridades varían en cada país, pero incluyen ampliar las bases imponibles reduciendo exenciones, dado que éstas tienden a favorecer a los individuos más afluentes o empresas específicas. También serían convenientes mayores avances en la lucha contra la evasión fiscal y hacer un mayor uso de impuestos a la propiedad. Focalizar mejor el gasto social es también primordial en todos los países de la región.

Una clara prioridad debería ser reducir las altas tasas de informalidad, que castigan la productividad y reducen los recursos públicos, al mismo tiempo que fomentan las desigualdades. En la región, muy frecuentemente la informalidad es consecuencia de los altos costos de la contratación de trabajadores formales, salariales y no salariales, en relación con la productividad laboral del trabajador, dado los bajos resultados educativos. La informalidad también afecta las empresas, muchas veces relacionado con los altos costos de cumplir con las regulaciones y permisos. Integrar un mayor número de trabajadores en el sector formal también pasa por políticas activas del mercado de trabajo y por sistemas de educación y capacitación con mayor relevancia y calidad para preparar a los trabajadores. En muchos casos, la baja calidad de los servicios públicos reduce la moral fiscal e induce a la evasión fiscal. No hay una solución única para reducir la informalidad. Es imperativo que se lleve a cabo una estrategia comprehensiva con reformas bien integradas que se complementen entre sí y aborden desde las diferentes áreas de política la informalidad; ya sea políticas laborales, educativas, de capacitación, impositivas y de regulación.

Perspectivas económicas en países individuales de la región:

Argentina: La economía se encuentra en recesión en un contexto caracterizado por desequilibrios internos y externos. La incertidumbre sobre las futuras prioridades en materia de política económica ha generado salidas de capitales y una fuerte depreciación de la moneda. Los consiguientes problemas de liquidez han provocado una reestructuración de la deuda a corto plazo y la restitución de los controles cambiarios. Los recientes episodios de volatilidad han lastrado el crecimiento y aumentado el desempleo.

Brasil: La economía se está recuperando paulatinamente. Se aprobó una reforma previsional y la mejora de las perspectivas respecto a las reformas estructurales está elevando la confianza y reactivando la inversión, a lo que han contribuido también unas condiciones financieras más favorables. La baja inflación y la posibilidad de retirar fondos de las cuentas individuales del seguro por desempleo propiciarán un aumento del consumo. Suponiendo que el programa de reformas siga su curso, se prevé que el crecimiento cobre impulso en 2020. El elevado nivel de desempleo tan solo se ha moderado, y muchos de los puestos de trabajo se encuentran en el sector informal.

Chile: Se prevé un repunte gradual del crecimiento en los próximos años, aunque menor al previsto anteriormente, debido a los recientes eventos sociales y al contexto externo. Las favorables condiciones de financiamiento y la reforma tributaria dinamizarán la inversión. El consumo privado se verá respaldado por las subidas salariales y las bajas tasas de interés. El mayor crecimiento y la continua afluencia de inmigrantes favorecerán el empleo. El déficit por cuenta corriente se mantendrá estable. Las altas desigualdades siguen siendo un desafío político clave.

Colombia: Para los próximos dos años se prevé un crecimiento robusto, pese a las dificultades externas. La inversión será un motor clave de crecimiento, respaldada por la reforma tributaria y por ambiciosos proyectos de infraestructuras. Las bajas tasas de interés favorecerán el consumo, mientras que el desempleo comenzará a descender. La desigualdad y la informalidad siguen siendo los principales desafíos.

Costa Rica: Según las proyecciones, la expansión económica se situará en torno al 2¼% en 2020 y 2021, respaldada por una mejora gradual de la demanda interna, el turismo y las exportaciones de servicios empresariales. El descenso de la inflación reforzará el consumo de manera paulatina. La inversión ha sido escasa, pero irá en aumento gracias al descenso de las tasas de interés. La informalidad y la desigualdad siguen siendo elevadas, lo que lastra la productividad.

México: El crecimiento repuntará gradualmente, ya que las elevadas remesas, las subidas del salario mínimo y el descenso de la inflación impulsarán el consumo. La inversión ha sido escasa, pero se irá incrementando poco a poco con el descenso de las tasas de interés. Las exportaciones perderán impulso a causa de unas condiciones internacionales menos favorables, en especial en Estados Unidos. La informalidad sigue estando muy extendida y hay grandes desigualdades entre las regiones. Para leer en más detalle sobre las proyecciones macroeconómicas, así como los principales desafíos estructurales ir al reporte en la o la versión español y portugués o versión inglés (que incluye proyecciones para todos los países de la OECD y principales desafíos).

Para leer en más detalle sobre las proyecciones macroeconómicas, así como los principales desafíos estructurales ir al reporte en la o la versión español y portugués o versión inglés (que incluye proyecciones para todos los países de la OECD y principales desafíos).

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