Alvaro S. Pereira (Director) y mesas de países latinoamericanos, Departamento de Economía, Directorado de estudios de países, OCDE
Hace un año, la OCDE advirtió sobre el riesgo que las incertidumbres comerciales y políticas dañen de manera significativa la economía mundial y contribuyan aún más a la creciente división entre la gente. Un año después, el impulso adquirido a nivel mundial se ha debilitado notablemente. Se prevé que el crecimiento se mantendrá a un nivel inferior a medida que persistan las tensiones comerciales. El comercio y la inversión se han ralentizado considerablemente, especialmente en Europa y Asia. La confianza empresarial y de los consumidores se ha debilitado, con la contracción de la producción manufacturera. En respuesta, las condiciones financieras se han relajado a medida que los Bancos Centrales han ido adoptando posturas monetarias más expansivas, mientras que la política fiscal ha venido proporcionando estímulo en ciertos países. Al mismo tiempo, el bajo nivel de desempleo y el ligero aumento de los salarios en las principales economías siguen fomentando los ingresos y el consumo de los hogares. Sin embargo, en general, las tensiones comerciales están cobrando un precio y se prevé que el crecimiento mundial se reduzca a sólo el 3,2% este año antes de acercarse al 3,4% en 2020, muy por debajo de las tasas de crecimiento observadas en las últimas tres décadas, o incluso en 2017-2018.
En América Latina persisten diferencias significativas entre las principales economías de la región. Las diferencias se deben tanto al diferente impacto que tiene la desaceleración del crecimiento global como a factores de índole local. Las economías con marcos fiscales y monetarios más robustos continúan mostrándose más sólidas y resilientes, tanto frente a la desaceleración global como respecto a episodios de volatilidad financiera. Mientras que en Chile y Colombia el crecimiento se ha afianzado, México y Costa Rica han crecido menos de lo esperado. De igual modo, Brasil ha mostrado menor ímpetu mientras que Argentina se encuentra en recesión. Así, se espera que el crecimiento en las seis principales economías de la región, que cubren alrededor del 85% del PIB de América Latina, repunte leventemente este año y se sitúe en torno al 1.4%, y alcance el 2.4 % en 2020 (promedio ponderado) (Tabla).
Tabla. Perspectivas Económicas de la OCDE para algunos países de América Latina

Los indicadores de vulnerabilidad (como los déficits fiscales y de cuenta corriente) se han acentuado en la mayoría de estas economías, indicando que la región permanece vulnerable al contexto global. Es por ello que resulta vital continuar reforzando los marcos de políticas macroeconómicas. Casi todas las principales economías de la región están realizando esfuerzos de consolidación fiscal. En este sentido, es importante alcanzar un equilibrio entre las necesidades de gasto social e inversión pública y la necesidad de garantizar la sostenibilidad de la deuda pública. En Chile, Colombia y México hay espacio para que la reducción del déficit sea gradual, mientras que en Argentina, Brasil y Costa Rica es necesario actuar más decididamente. Se han dado recientemente pasos favorables en esta área, como la reciente reforma tributaria aprobada en Costa Rica o el fortalecimiento del consejo fiscal independiente en Chile. Pero hay aun mucha tarea por hacer, incluyendo reformas pensionales y tributarias en varios países. Hay también margen para incrementar la eficiencia del gasto público, mejorando su composición y focalizandolo hacia aquellas partidas que ayuden a reducir las desigualdades y a promover la productividad.
En cuanto a la política monetaria, cambios recientes en la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, que mantendrán políticas monetarias expansivas por más tiempo, han concedido más margen de maniobra a los bancos centrales de la región. En general la inflación permanece cerca de los objetivos de los bancos centrales, con la excepción de Argentina, donde la fuerte inercia inflacionaria continua.
Las tasas de crecimiento que la región ha mostrado recientemente no han sido suficientemente robustas para avanzar en el proceso de convergencia y recortar la brecha con los estándares de vida de las economías desarrolladas (Figura). El modesto repunte del crecimiento que se espera para 2019 y 2020 no será suficientemente vigoroso para retomar la senda de convergencia. A eso se añade que las tendencias demográficas implican que el llamado bono demográfico, que ha venido sustentando el crecimiento de la región, está llegando a su fin. Por ello, reformas que impulsen la productividad son fundamentales e ineludibles para que la región alcance estándares de vida más elevados. Este es un reto que comparten todos los países, y los esfuerzos para aumentar la productividad deberían ayudar también a reducir los altos niveles de desigualdad que aún presenta la región.
Figura. El crecimiento no está siendo suficientemente vigoroso para cerrar significativamente la brecha con las economías avanzadas.

Nota: PIB per cápita relativo al promedio de la OCDE en términos de dólares estadounidenses (USD) ajustados a la paridad del poder adquisitivo.
Fuente: Base de datos de Productividad de la OCDE.
En muchos de los países de la región existe mucho margen para promover un mayor grado de competencia en los mercados de bienes y servicios, lo que ayudaría a fortalecer la productividad y también redundaría en menores precios, lo que potenciaría el poder de compra de las familias, en particular de aquellas de renta más baja. Para ello sería necesario reducir la carga regulatoria, simplificando los trámites y los sistemas de licencias. Asimismo, favorecer una mayor integración con la economía mundial también incrementaría la competencia en las economías locales y, además, ayudaría a diversificar las canastas exportadoras y a reducir los déficits de cuenta corriente. Los sistemas tributarios de la región ofrecen también mucho margen para favorecer más decididamente la inversión y la productividad. Las prioridades varían en cada país, e incluyen ampliar las bases imponibles reduciendo exenciones, dado que estas tienden a favorecer a los individuos más afluentes. Hay en general margen pare reducir exenciones tributarias tanto en los impuestos corporativos como en el IVA o en los impuestos personales. También sería importante reducir la evasión fiscal y hacer un mayor uso de impuestos a la propiedad o ambientales. Invertir en capital humano, poniendo la calidad de los resultados educativos como objetivo fundamental, es también un reto ineludible para la región. Cerrar las brechas en infraestructura y logística y apostar decididamente por la digitalización y la innovación deberían ser también prioridades. Para fomentar la productividad y reducir desigualdades es también vital reducir la informalidad y continuar facilitando la participación laboral de la mujer.
Argentina: La economía irá recuperándose paulatinamente de las turbulencias en el mercado financiero experimentadas en 2018. Una fuerte depreciación de la moneda ha acentuado aún más la elevada inflación, lo que ha mermado los ingresos reales y la confianza de los inversores. Las políticas macroeconómicas contractivas y la incertidumbre política previa a las elecciones de octubre de 2019 pesarán en la recuperación de la demanda interna. Sin embargo, la economía irá saliendo poco a poco de la recesión gracias a las exportaciones, a las que ha favorecido una buena cosecha y un tipo de cambio real más competitivo. Al mismo tiempo, el lento crecimiento del comercio internacional limitará considerablemente la expansión de las exportaciones. Según las proyecciones, el desempleo no retrocederá antes de 2020.
Brasil: La recuperación se ha ralentizado pese a las favorables condiciones financieras, pero se espera que el crecimiento repunte hasta el 2 ¼ % en 2020. Aunque se ha presentado ante el Congreso una ambiciosa propuesta de reforma del sistema de pensiones para garantizar la sostenibilidad fiscal, aún hay incertidumbre acerca de su implementación. A medida que dicha incertidumbre se disipe, se prevé un aumento de la demanda interna y un descenso del desempleo. Habida cuenta de la amplia capacidad ociosa, se espera que la inflación se mantenga por debajo de la meta.
Chile: El crecimiento económico seguirá siendo sólido, superior al 3%, en 2019-2020. La inversión se verá respaldada por las favorables condiciones de financiamiento, los elevados precios del cobre, la reforma tributaria y laboral previstas y el clima empresarial positivo. Bajas tasas de interés reales y un fuerte crecimiento de los salarios contribuirán a la solidez del consumo privado. La consolidación del crecimiento económico comenzará a traducirse en un mayor aumento del empleo. Las desigualdades siguen siendo altas, debido a una movilidad intergeneracional persistentemente baja.
Colombia: El crecimiento económico seguirá siendo sólido, superior al 3%, en 2019-2020. La inversión se verá respaldada por las favorables condiciones de financiamiento, los elevados precios del cobre, la reforma tributaria y laboral previstas y el clima empresarial positivo. Bajas tasas de interés reales y un fuerte crecimiento de los salarios contribuirán a la solidez del consumo privado. La consolidación del crecimiento económico comenzará a traducirse en un mayor aumento del empleo. Las desigualdades siguen siendo altas, debido a una movilidad intergeneracional persistentemente baja.
Costa Rica: Se prevé que la actividad económica repunte, respaldada por la inversión en infraestructuras y el aumento de la confianza empresarial tras la aprobación de las reformas fiscales. El gasto de los consumidores seguirá siendo moderado, por causa de incrementos de impuestos, un menor crecimiento del crédito y un incremento temporal de la inflación relacionado a la introducción del IVA. No obstante, la mejora de los términos de intercambio incrementará los ingresos disponibles, y la demanda externa mantendrá su solidez, gracias al turismo, los productos de alta tecnología y los servicios a empresas.
México: La actividad económica experimentará un modesto repunte, respaldada por la demanda interna. El consumo ganará fuerza gracias a la solidez de las remesas, el descenso de la inflación y el aumento de las transferencias sociales. Los anunciados planes de inversión en infraestructuras también contribuirán al crecimiento, aunque las restricciones del gasto corriente contrarrestarán parcialmente estos efectos. La incertidumbre política seguirá conteniendo la inversión privada. El descenso de la actividad petrolera continuará pesando sobre el crecimiento. De manera general el crecimiento será demasiado moderado como para permitir que se reduzcan las altas tasas de informalidad.
Para leer en más detalle sobre las proyecciones macroeconómicas, así como los principales desafíos estructurales ir al reporte en la versión español/portugués o inglés (que incluye proyecciones para todos los países de la OECD, principales desafíos y un capítulo especial sobre digitalización y el tipo de políticas que facilitarían que esta se traduzca en un crecimiento más fuerte e inclusivo).