Una estrategia renovada para impulsar el crecimiento y el bienestar en México

por Sonia Araujo y Lisa Meehan, OCDE

La economía
mexicana se ha beneficiado de fuertes fundamentos. Un marco de política
macroeconómica muy sólido ha sustentado un crecimiento moderado, frente a una
serie de choques que la economía ha experimentado en el pasado reciente. La
política monetaria está controlando con éxito la inflación y la política fiscal
prudente ha detenido el aumento de la relación deuda / PIB. El sistema financiero
es sólido y varios fondos de estabilización y las reservas internacionales
actúan como colchones financieros que  protegen la economía contra los riesgos de
cola.

Se bien que
el sólido marco macroeconomico ha traído estabilidad a la economía, esto no ha
sido suficiente para generar un fuerte crecimiento. El crecimiento del PIB ha
sido moderado, particularmente en comparación con otras economías emergentes,
con un promedio de solo 2.2% al año desde 2009. El crecimiento relativamente
modesto que se ha observado refleja principalmente un bono demográfico, a
medida que la población joven de México fue ingresando al mercado laboral. Los
mexicanos trabajan jornadas más largas que todos los demás países en la OCDE.
Pero debido a la baja productividad, el PIB percápita de México sigue siendo el
más bajo en la OCDE, y por lo tanto el país no ha convergido a niveles de vida
más altos (Figura 1). México tiene buenos fundamentos macroeconómicos, ahora es
el momento de trabajar en los fundamentos microeconómicos.

El Estudio Económico de México de la OCDE de 2019 analiza políticas que podrían contribuyir a un  crecimiento más sólido y equitativo. Los principales hallazgos son:

• El
mantenimiento de la estabilidad macroeconómica es clave para un ajuste suave a
los choques en un contexto de una mayor incertidumbre y para brindar confianza
a los agentes económicos en el mediano plazo.

• La
implementación de una estrategia integral para impulsar la productividad y la
inclusión requiere de la implementación de un paquete integrado de reformas en
varias áreas, ya que existen complementariedades imporantes en las medidas de política
económica.

• Aumentar
la equidad y brindar oportunidades para todos, incluidas las mujeres, las
poblaciones indígenas y las regiones rezagadas, debe ser un elemento integral
de la agenda de la reforma para resolver las enormes disparidades de México en
materia de dinamismo económico, pobreza y bienestar (Figuras 2 y 3).

Muchas
reformas pueden aumentar simultáneamente el crecimiento y compartir los
beneficios más ampliamente. Las principales prioridades de política pública son:
mejorar los resultados educativos, aumentar la participación de las mujeres en
el mercado laboral, mejorar los incentivos para la formalización laboral y
empresarial, mejorar las regulaciones para estimular la competencia, impulsar
la infraestructura, incentivar aún más el comercio y la participación en las
cadenas de valor mundiales, en particular las PYME. Hay también que fortalecer
el papel redistributivo de la política fiscal.

Instituciones
más fuertes son clave para lograr un crecimiento más fuerte y aumentar la
equidad y las oportunidades para todos. La reducción de la corrupción, la
inseguridad y el crimen estimularían la actividad económica y beneficiarían
especialmente a los pobres y desfavorecidos. También son fundamentales para que
todas las demás reformas sean exitosas. México debe continuar los esfuerzos
para reducir el crimen y la impunidad y completar la implementación de las
reformas de los Sistemas Anticorrupción Nacional y Local y evaluar? los
resultados, especialmente enfocándose en la capacidad de los diferentes estados
para fortalecer sus marcos institucionales.