América Latina: impulsando una recuperación inclusiva

Por Jens Arnold, Paula Garda, Alberto González Pandiella, Alvaro S. Pereira, Departamento de Economía, OCDE

Por primera vez desde que comenzó la pandemia, comienza a haber esperanza de que una cura a la COVID-19 esté a la vista. Tras un fuerte descenso del 4% este año, se prevé que el PIB mundial aumente algo más del 4% en 2021, y otro 3¾% en 2022. Pero la recuperación será desigual entre países, con aquellos que cuenten con sistemas eficaces de testeo, rastreo y aislamiento mostrando mejor desempeño, aunque se verán frenados por la debilidad general de la demanda mundial.  Mucho dependerá de la distribución masiva de una vacuna o tratamiento eficaz, cuyo calendario aún no se conoce. 

América Latina está siendo una de las regiones más golpeadas por la pandemia Covid-19. No sólo por los números de contagios y muertes, que contabilizan un tercio de las muertes en el mundo, sino también porque los números rojos que arrojan las economías son de los más preocupantes, con las consecuencias negativas en los ámbitos sociales que acarrean. En medio de altas tasas de contagio y muertes, los frágiles sistemas de salud, la alta informalidad, los complejos escenarios fiscales, la disminución de los precios de las materias primas, la fuerte caída en los ingresos del turismo, y el débil crecimiento de la productividad pre-pandemia, se suman a los desafíos económicos que experimentan otros países de la OCDE.

Una recuperación gradual está en marcha, luego de una recesión sin precedentes: se prevé que el crecimiento de seis grandes economías de la región, que abarcan alrededor del 85% del PIB de América Latina, se reduzca 8.1% en 2020 (Tabla). La actividad económica ha comenzado a recuperarse mientras que las medidas de contención en la mayoría de los países se han levantado, pero la recuperación en los próximos años será gradual, casi recuperando los niveles pre-pandemia a finales de 2022 (Gráfico 1, panel A).

Sigue habiendo una inusual incertidumbre en torno a las perspectivas que dependen de la evolución de la pandemia (Gráfico 1, Panel B). En el escenario positivo, la confianza de los consumidores y de las empresas podría mejorar más rápido que en el escenario base si hubiera indicios de que un tratamiento o una vacuna eficaces pudieran desplegarse ampliamente más rápido. En el escenario negativo, la incertidumbre podría agudizarse si se intensificaran los brotes de COVID-19, o si se requirieran medidas de contención más estrictas para controlar su propagación. La confianza podría verse negativamente afectada si la distribución de la vacuna o los efectos secundarios fueran decepcionantes. La prioridad inmediata en la región debe ser evitar posibles brotes de la COVID-19, fortaleciendo los sistemas de salud, y los sistemas de testeo, rastreo y aislamiento, así como asegurar un despliegue rápido de la vacuna cuando esté disponible.

Pero para tener una recuperación vigorosa e inclusiva, América Latina tiene que evitar que esta pandemia deje cicatrices de largo plazo en el mercado de trabajo, y en consecuencia en la pobreza y las desigualdades. Las pérdidas de empleo han alcanzado niveles históricos, afectando sobre todo a los más vulnerables: las mujeres, los trabajadores informales y los de menor calificación (Gráfica 2). Y aunque una incipiente recuperación está en marcha, el empleo de estos grupos vulnerables sigue rezagado. En parte, esto se debe a que los trabajadores menos calificados e informales estaban ocupados en los sectores más afectados por las medidas de contención, y donde la incipiente recuperación es aún débil e incierta. Y el empleo femenino está contenido al menos en parte debido al cierre de las escuelas, que aún no se han completamente abierto en la región.  

Las ayudas que varios gobiernos de la región han implementado a través de programas de trasferencias monetarias, mayor acceso a las cesantías y/o subsidios al empleo son fundamentales para mitigar la crisis. Y aunque es necesario mantenerlos hasta que la recuperación esté afianzada, es hora de repensar y fortalecer los mecanismos de protección social de forma permanente (como lo hemos hablado aquí). Pero si no se logra reactivar el mercado laboral formal, particularmente en sectores intensivos en mano de obra de baja calificación, las ayudas , que son en principio de carácter temporal, van a tener que mantenerse por periodos prolongados. La situación fiscal está ya muy comprometida en la región (como ya lo discutimos aquí) y está situación se agravará por los efectos de la crisis y el consecuente aumento del endeudamiento público, una de las principales vulnerabilidades en la región.  

Se ha vuelto urgente la necesidad de emprender reformas estructurales que permitan una rápida recuperación del mercado laboral, evitando el incremento de la informalidad, la pobreza y las desigualdades. Las políticas de reactivación del mercado laboral, como son los subsidios a la contratación, que han puesto en marcha Chile o Colombia, son un buen primer paso, y necesitan tener un claro foco en los más vulnerables. Dar mayor foco a la protección a los trabajadores, en lugar de a la protección de los trabajos, ayudaría a crear mercados de trabajo más inclusivos y menos segmentados. Adicionalmente, se deben eliminar barreras a la formalización empresarial, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas, por ejemplo, a través de la racionalización de los procesos regulatorios, y la creación de mecanismos de ventanilla única. Líneas de crédito específicas para empresas pequeñas, como las que varios países han puesto en marcha desde marzo, también podrían apoyar a empresas que quieran formalizarse, mejorando así los incentivos. Revisar los elevados costos laborales y no laborales, y los sistemas tributarios complejos también incentivarían la formalización. Y no menos importantes son las políticas activas de empleo y sistemas de capacitación de calidad en competencias relevantes que den a todos los trabajadores, en especial a los más vulnerables, la oportunidad de encontrar trabajos de calidad que pueden emerger en el mundo post-COVID.  

Los países deben comenzar el proceso de discusión e identificación de las reformas y planificar la implementación. Algunas de estas reformas deberán esperar a que la recuperación esté afianzada y la pandemia se desvanezca. Pero en todos los casos, el mejor momento para avanzar es ahora. Una agenda de reformas que revitalice el crecimiento contribuiría también de manera clave a la sostenibilidad fiscal.

Para leer en más detalle sobre las proyecciones macroeconómicas, así como los principales desafíos estructurales ir al reporte en la o la versión español y portugués o versión inglés (que incluye proyecciones para todos los países de la OECD y principales desafíos).

Información detallada para estos 6 países con sus notas país correspondientes:

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-argentina/

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-chile/

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-colombia/

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-costa-rica/

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-mexico/

http://www.oecd.org/economy/panorama-economico-espana/